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EMILIO MÁSPERO: TESTIMONIO DE ESPERANZA POR UN MUNDO MEJOR

Espacio para compartir las experiencias y anécdotas de allegados y seres queridos. A través de fotografía, vídeos, noticias, dedicatorias personales, frases y todo aquello que atesoramos de las diferentes facetas y etapas de la vida de Emilio.

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DOCUMENTOS Y TESTIMONIOS

SU VIDA PERSONAL

Nace en Rosario, Argentina, el 27 de noviembre de 1927; hijo de inmigrantes italianos, José Máspero y Marcella Auguadra. Tuvo un hermano mellizo que murió al nacer. Le sobrevive una hermana. Bautizado como Emilio Enrique, nombres que señalan proféticamente su destino: Emilio, nombre latino, significa “el que trabaja con esfuerzo”, una de las características notorias de Máspero. Su segundo nombre, Enrique, de origen germano, se lo relaciona con la idea del poder puesto al servicio de los más necesitados.


En el Emilio joven ya podemos descubrir los rasgos permanentes que lo acompañarán durante toda la vida: su vocación por lo social, el aprecio al trabajo como camino de dignificación, su capacidad innata de organizador  y conductor, la importancia otorgada a los procesos de aprendizaje y su gran sensibilidad para la captación de la realidad y para descubrir lo esencial sin detenerse en superficialidades.



Entre 1944 y 1945 se incorpora a las filas de la Juventud Obrera Católica. Los ideales de la JOC anclaron profundamente en el espíritu de Emilio, siendo el motor que dinamizó, hasta el fin de su vida, el compromiso con la liberación integral de los trabajadores, en el marco de los valores y principios del humanismo cristiano.


En cierta oportunidad él expresó a un grupo de amigos como la JOC lo había marcado definitivamente; “el espíritu apostólico Jocista, el fuerte sentido militante de su acción y su atrapante metodología como escuela de formación de cuadros”.


En dos etapas transitó un tiempo de intensa y sistemática formación personal: la primera en Córdoba (segunda mitad de la década del 40);


la segunda ya en 1950 en el Colegio Máximo de San Miguel, Buenos Aires; en ambos casos, centros educativos de la Compañía de Jesús.


Esa formación fue acompañada con la acción militante en la JOC a través de dos originales e inéditas experiencias como comunidades de trabajo: la de Munro y la del barrio Berisso-Ensenada, suburbios industriales del norte y sur del Gran Buenos Aires.


Por entonces, Emilio trabajaba en la sección de montaje de la construcción de una destilería para la empresa estatal argentina de petróleo, Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), así fue como se incorporó al sector de trabajadores metalúrgicos.


De su trayectoria en la JOC se destaca la participación en el congreso mundial (Petrópolis, Brasil, noviembre/1952) con brillante exposición en el acto de culminación del congreso.


En 1955, con un grupo de antiguos militantes y dirigentes de la JOC, fundaron el Comité de Sindicalistas Cristianos que en octubre de ese año da origen a la Acción Sindical Argentina –ASA- la cual en 1956 se afilia a la CLASC.


Una pasantía que forma al militante


Su actuación en ASA lo acredita para obtener una beca de Pax Christi con la que viaja a Europa en abril de 1957.


En un intenso periplo de más de un año realizó una enriquecedora experiencia. Contactó organizaciones y personalidades del quehacer social cristiano de toda Europa, al mismo tiempo que profundizaba sus conocimientos y saberes, ampliando y consolidando su ya reconocida capacidad de análisis con diversas actividades de capacitación y formación en instituciones académicas de renombre internacional, tales como la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica) y el Centro de Acción Popular de París. En este lapso también participó en el Congreso Internacional  de  la  JOC,  celebrado  en  Roma  (Italia),  integrando  la delegación argentina y apoyando vigorosamente las posiciones de los delegados latinoamericanos.


Esa pasantía significó para Emilio también un momento trascendental en su existencia como ser humano: conoce a la mujer de su vida, Acacia Fernández Victorio, entonces estudiante en París, realizando su tesis de grado. En 1959 contraen matrimonio, vínculo de amor del que nacen tres hijas: Marcela, Martha y Acacia.

SU VIDA LABORAL

La semblanza de Emilio Máspero está indisolublemente ligada a la historia de la CLAT. Cuarenta y cuatro años de su vida transcurren dedicados íntegramente al pensamiento y obra de la CLAT como una expresión del Movimiento de los Trabajadores en América Latina-Caribe.

Se pueden delimitar tres momentos de ese transcurrir: perfila su camino; es copartícipe de la construcción de la CLAT y coautor de su salto cualitativo.

Perfila su camino en ese compromiso

Emilio se integra a la CLASC a través de Acción Sindical Argentina en 1956. El II Consejo (noviembre de 1957) lo designa como miembro del Consejo Continental, ubicándolo en nivel dirigencial.

El III Consejo CLASC le asigna a Emilio la tarea de promover y desarrollar la política de expansión en la región del Caribe y Centroamérica, incluyendo a Colombia y Venezuela.

Su primera actuación bajo esa responsabilidad es en Cuba (10 de abril de 1959) ya instaurada la revolución, a la caída de Batista. Realiza una intensa labor de contactos, publicaciones y entrevistas, difundiendo los objetivos y principios de la CLASC. Obtiene una invitación de la Confederación de Trabajadores de Cuba Revolucionaria para un grupo de dirigentes de la CLASC en la celebración del 1° de mayo de 1959.

Resultado de esta misión es un manifiesto de la CLASC que expresa entre sus principales apartes: “Nos solidarizamos totalmente con la extraordinaria lucha del pueblo cubano contra la tiranía y por la libertad definitiva. Señalamos a todos los pueblos del continente que padecen dictaduras de derecha o de izquierda, militares o económicas, el ejemplo excepcional del pueblo cubano, para que todos los latinoamericanos cierren filas e intensifiquen una incansable ofensiva contra todas las dictaduras”.

“Afirmamos que la libertad conquistada solamente se consolidará profundamente con las garantías a los derechos humanos, con una política económica y social fundamentadas en la dignidad de la persona humana, la justicia social y la solidaridad, con el ejercicio de una democracia real y eficaz”.
 Al respecto cabe citar nuevamente a Julio Roberto Gómez E. afirmando la vocación democrática de Emilio:

“Jamás claudicó en la esperanza de lo que solía llamar el amanecer o la aurora de la libertad con  plena democracia y auténtica justicia social en la región latinoamericana y caribeña.”

En mayo de 1959 Máspero se instala en Caracas, viviendo en condiciones muy austeras. Su sentido militante y capacidad de trabajo logra los primeros frutos: construir bases y hacer avanzar a la CLASC en los espacios asignados.

El III Consejo Continental (Quito, noviembre de 1959) lo elige como miembro del Comité Ejecutivo. Designado como Presidente del Comité Organizador del IV Congreso CLASC (Caracas, noviembre de 1962), es electo como miembro del Comité Ejecutivo.
Su capacidad organizativa, sus aportes en la elaboración programática de la CLASC y las posiciones referentes a la integración y a la política de los trabajadores ante tales procesos, perfilan y consolidan el liderazgo de Emilio.

Copartícipe en su construcción

La profundidad de su mensaje tuvo la virtud de comprometer a miles de mujeres y hombres en la portentosa obra de construir un movimiento de trabajadores como la mejor opción de poder y factor de transformación, en una auténtica revolución social y política.

Junto con centenares de dirigentes y militantes, Emilio contribuyó a esa construcción desde sus bases y sus raíces: los centros de trabajo, los lugares de vida y los escenarios de acción de la clase trabajadora.

Privilegiando y propiciando el trabajo en equipo, animando esa práctica y aportando a ese cometido, Emilio contribuyó a hacer de la CLAT una expresión de pensamiento y obra como universo de elaboración ideológica y política, con tesis y doctrinas siempre vigentes, acordes y actuales con el acontecer histórico de la humanidad y las luchas de la clase trabajadora, a la luz de ideales que Eduardo García Moure recuerda:

“Su razón, su pasión, su mística y militancia fue una sola: asumir la causa de la emancipación de la clase trabajadora latinoamericana y del mundo, la causa de la libertad, la justicia social, la unidad latinoamericana y la solidaridad mundial.”

Guiado siempre por la convicción que animó su vida: “la liberación de los trabajadores es obra de los propios trabajadores”, Emilio ayudó a convertir a la CLAT en una realidad política y organizativa en cada uno de los países de América Latina-Caribe.

Coautor de su salto cualitativo

El VII Consejo CLASC (Rio de Janeiro, Brasil, marzo de 1964) es el escenario en el cual Emilio protagoniza dos hechos trascendentes: 
Reestructuración orgánica de la CLASC para ampliar su conducción y descentralizar su operatividad. Esta medida significó su designación como Secretario General del Buró. Se mantenía aún la Presidencia de la CLASC en la persona del compañero José Goldsak.
 
El segundo hecho es la aprobación de la “Carta de Rio”, declaración elaborada por  Emilio, llamando a la unidad e integración latinoamericana y rechazando intervencionismos que ya se vislumbraban en apoyo a las dictaduras de la seguridad
nacional. 

El V Congreso de la CLASC (Panamá, octubre de 1966) es el inicio de las nuevas dimensiones en el desarrollo de la CLAT. Un proceso en el cual se evidencia la impronta de Emilio Máspero junto con el aporte de un calificado equipo que él, con sus grandes dotes de conductor, supo construir, formar y liderar.

Al modificarse la estructura de la CLASC, Emilio es electo Secretario General, dignidad que los trabajadores le reafirmarán en los sucesivos congresos de la CLAT, hasta el XI (México, noviembre 1998). Ostentará ese cargo hasta el día de su muerte, ocurrida en Caracas, Venezuela, el 31 de mayo de 2000.

Como Secretario General de la CLAT, Emilio contribuye decisivamente a conformar, de manera sistemática, el patrimonio filosófico, ético- doctrinario, político-estratégico y técnico-operacional de la CLAT.

Un patrimonio de pensamiento y acción que se evidencia en los trayectos recorridos por la CLAT desde el V hasta el XI Congresos y que constituye el salto cualitativo de la CLAT en sus proyecciones y realizaciones.
Todos los temas y problemas del mundo del trabajo, de la realidad social, de las condiciones de la clase trabajadora y sus organizaciones, ocuparon el trabajo de elaboración y orientación de Emilio. Un abundante y rico legado, actual y vigente, para inspirar el pensamiento y animar la acción del Movimiento de los Trabajadores ante los desafíos que afronta en este siglo.

Julio Roberto Gómez E. ilustra claramente la preocupación permanente de Emilio:

“Tres años antes de su partida a la inmortalidad tuve la feliz ocasión de compartir con él sus ideas sobre la situación de América Latina y el Caribe, sus preocupaciones por el futuro de la CLAT, sus frustraciones, alegrías y esperanzas.” 

El legado histórico de Emilio Máspero es un patrimonio de la clase trabajadora. Una síntesis de los ejes de su pensamiento va desde sus raíces culturales y vivenciales. Desde la Argentina que lo vio nacer; pasando por Venezuela que lo acoge a él y a su pequeña familia con generosa hospitalidad; hasta proyectarse en América Latina-Caribe, su gran hogar y su gran familia, la clase trabajadora, espacio y actores en los cuales se coloca la lumbre de su pensamiento.


Desde muy joven, Emilio Máspero consideró que la formación de los trabajadores es una tarea fundamental y una herramienta política. Esa posición lo llevó a sostener que “la formación de los trabajadores debe ser pensada, diseñada y ejecutada por el propio Movimiento de los Trabajadores como parte sustantiva e inseparable de su política y estrategia, desde sus organizaciones y como respuesta a las exigencias y prioridades del pleno desarrollo organizativo e institucional de las mismas y a las demandas de la acción concreta, así como a los retos de diversa índole que las organizaciones y sus miembros deben encarar.”

Consecuente con esa visión, le correspondió a Emilio ayudar a promover, animar y concretar la obra de una institución de formación superior y de investigación científica al servicio del Movimiento de los Trabajadores, la Universidad de los Trabajadores de América Latina.

En memoria a su trayectoria y en homenaje a su testimonio, la XLII Asamblea General de la UTAL (11 de mayo, 2001) acuerda denominar a esta institución con el nombre “Emilio Máspero”.
Recorrer la biografía de Emilio es transitar un camino de realizaciones, es encontrarse con la agenda de un testimonio; conocer la trayectoria de Emilio es “descubrir la actualidad, la vitalidad y la coherencia de una manera de vivir y de sentir la vida desde la conciencia de los trabajadores latinoamericanos”, señala acertadamente Enrique Sosa6.
Lo anterior es reafirmado por Julio Roberto Gómez E., viéndolo como el conductor que con el ejemplo irradia aprendizajes:
“Un recorrido por su vida, su obra y sus enseñanzas es la oportunidad de conocer más entrañablemente su pensamiento y renovar nuestro compromiso para con lo que Emilio más amó: la causa de los trabajadores.”
Una semblanza de Emilio exige poner de relieve su perfil de conductor donde se evidencia su prestigio, su liderazgo y su estilo integrador de voluntades, aglutinante  de  conexiones,  garante  de  la  unidad  del  conjunto, voz  de  la organización y expresión de sus valores, en fin, la conducción como servicio.


En la etapa de los pioneros de la CLAT la tarea de Emilio fue de misionero y promotor de un proyecto que transmitió con el pensamiento y la acción, con el testimonio de vida.
Su  metodología  del  ver-juzgar-actuar,  heredada  de  su  formación  jocista, constituye el hilo conductor de sus aportes. Un proceso integral en tres momentos:
•    El análisis e interpretación de la realidad en dos niveles, el social y el ético.

•    El discernimiento “por la vía de los hechos concretos y no por las palabras”. A propósito sentenciaba: “la clase trabajadora será nuestro juez implacable”.

•    El actuar, fruto de la identidad, resultado de la capacidad de ejecución acompañada de una correcta planificación.

Sus cualidades de conductor son un valioso legado: 
-    Saber escuchar.
-    Capacidad de trabajo. “El genio es también trabajo”.
-    Talento práctico o ejecutividad. Capacidad de poner en funcionamiento una idea.
-    Realismo. “La única verdad es la
realidad”.
-    Flexibilidad y sensibilidad.
-    Aceptación de los riesgos.
-    Tenacidad y constancia.
-    Disponibilidad para dar participación y delegar. 
-    Fortalecer la confianza en sí de los miembros.
-    Animar a los miembros a confiar en los recursos internos.
-    Desarrollar un verdadero trabajo en equipo.
-    Aprender con toda esta experiencia a ser flexible y adaptarse rápidamente al cambio y a nuevos entornos para poder dar respuestas adecuadas.

Con esas cualidades que siempre ejercitó en la práctica de su accionar, Emilio tuvo en permanente consideración cinco principios del liderazgo estratégico: 
-    El desafío del proceso. Capacidad de leer la realidad como proceso.
-    Entusiasmo 
-    Ayudar a las personas a hacer.
-    Dar el ejemplo.
-    Celebrar los logros.
 Continuar su obra

Es el máximo reconocimiento para quien, como Emilio Máspero, personifica la calidad humana y la condición de conductor en el

Movimiento de los Trabajadores.


Para un testimonio de pensamiento y obra, el mayor y mejor reconocimiento que podemos rendirle es el de aportar nuestros mejores esfuerzos y voluntades para seguir construyendo el poder del Movimiento de los Trabajadores como alternativa de liberación, razón de ser en la trayectoria militante de Emilio

Movimiento de los Trabajadores.

Para un testimonio de pensamiento y obra, el mayor y mejor reconocimiento que podemos rendirle es el de aportar nuestros mejores esfuerzos y voluntades para seguir construyendo el poder del Movimiento de los Trabajadores como alternativa de liberación, razón de ser en la trayectoria militante de Emilio.

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